El problema trasciende lo económico y se convierte en un problema político, por la conflictividad social.
En julio de 2022, el índice de salarios se incrementó 5,5% mensual y 68,7% interanual, mientras que la inflación aumentó 7,4% mensual y 71% interanual.
En términos interanuales, quienes menos perdieron fueron quienes trabajan en el sector público (72,6%), seguidos por quienes lo hacen en el ámbito privado (68,3%); y finalmente, los grandes perdedores fueron los trabajadores informales (58%).
En la carrera, parece que se cumple la frase pronunciada por Juan Perón en los años 1970: “Los salarios suben por la escalera, mientras que los precios suben por el ascensor”.
La dinámica de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, junto con una alta informalidad laboral, explican los niveles de pobreza. Sobre todo porque sus salarios, que son los informales, son los más perjudicados, ya que carecen de instancias formales de negociación salarial, como paritarias, con las que sí cuentan los empleos registrados.
Un nuevo problema que genera este escenario de inflación persistente es que la desigual carrera entre los precios y los salarios parece haber comenzado a convertirse en un problema que trasciende lo económico para convertirse en un problema político, por la conflictividad social.
El conflicto de los neumáticos es un claro ejemplo. El Sindicato Único de Trabajadores del Neumático de Argentina (Sutna) fijaron paritarias del 50% para el año. Cuando las proyecciones de inflación superaron ampliamente ese número, comenzaron los conflictos que terminaron en fábricas tomadas y las cadenas de producción de la industria automotriz paralizadas.
Mientras la inflación se mantenga alta, no hay posibilidades de revertir este proceso de regresión. Intentar compensar la inflación con mayores aumentos de ingresos sólo servirá para acelerar el incremento de los precios.
Tampoco resulta eficaz “reprimir” la inflación para que los salarios le ganen con atraso cambiario, congelamiento de tarifas públicas, controles de precios y contracción monetaria a través del aumento de la deuda pública.
La sostenida caída del salario real se origina en el mal funcionamiento de la economía, que, a su vez es consecuencia del desorden en el sector público.
Lo que viene prevaleciendo desde hace décadas es una propensión sistemática a gastar por encima de los recursos y a la degradación en la calidad de la gestión del Estado.
Para recuperar ingresos, es imperativo abordar el ordenamiento integral del sector público. Esto es, equilibrar las cuentas públicas y aumentar la cantidad y la calidad de bienes públicos sobre la base de la incorporación de las mejores prácticas en la gestión del Estado.
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