La Razón

2022-10-11 11:10:19 By : Mr. Jason Tse

Historia y política de cancelación... o no. Todo ello y más se junta en el Arco de la Victoria de la Ciudad Universitaria de Madrid. El Ayuntamiento de la capital ha anunciado hace escasas semanas su “preocupación por el estado de conservación” de este Bien de Interés Cultural (BIC), parte del conjunto histórico de Ciudad Universitaria e “icono en el acceso a la capital por la A-6″. Y todo ello después de que la por entonces concejala del Grupo Mixto del Ayuntamiento de Madrid Marta Higueras propusiese que se inicie expediente de expropiación para la posterior demolición del Arco de la Victoria, con el objetivo de construir en su lugar un monumento dedicado a las mujeres que vivieron la dictadura franquista y a los bebés robados entre 1936 y 1990.

Y es que la ubicación del Arco de la Victoria tiene un significado en torno a la batalla de la Ciudad Universitaria, dentro del momento histórico de la Guerra civil española. Esta batalla duró ochocientos cincuenta y ocho días, desde el 17 de noviembre de 1936 hasta el 28 de marzo de 1939. Curiosamente, lo más cruento de la batalla de Madrid (o la defensa de Madrid), según quien firme el relato, se produjo a escasos metros de su actual emplazamiento.

El arco de triunfo es una tradición de la arquitectura romana que consistía en la construcción de una puerta para conmemorar la victoria bélica... y saludar a los ejércitos victoriosos entrantes en la ciudad. Es por esta razón por la que este Arco de triunfo es el único en su tipo, por haber sido construido en el propio terreno del campo de batalla.

Construido en la década de 1950, el diseño de este monumento fue encargado a los arquitectos Modesto López Otero y Pascual Bravo Sanfeliú, que levantaron un arco de 40 metros de altura, que se apoya en dos basamentos de planta rectangular. En cada una de estas bases hay un vestíbulo a través del cual se puede acceder a la parte superior mediante una escalera de mármol o un ascensor. Su decoración, obra del escultor Moisés de Huerta, incluye bajorrelieves de estilo neoclásico en el friso del arco y figuras que representan las virtudes militares en el ala norte y las disciplinas académicas en el ala opuesta. La parte superior aparece coronada por un conjunto escultórico que representa a la diosa Minerva dirigiendo una cuadriga.

La parte alta de cada frente lleva una inscripción en latín. La que mira hacia la Ciudad Universitaria dice “A los ejércitos aquí victoriosos, la inteligencia que siempre es vencedora dedicó este monumento”. Por su parte, la inscripción del frente que mira hacia Madrid dice “Fundada por la generosidad del Rey, restaurada por el caudillo de los españoles, la sede de los estudios matritenses florece en la presencia de Dios”.

Mientras unos y otros deshojan la margarita política, los ciudadanos, o al menos muchos de ellos, han asimilado e incorporado la presencia de este Arco al imaginario monumental de Madrid. Algunos detractores, incluso, más allá de tirarlo abajo, podrían pensar que no hay mejor lugar para exponer lo que supuso “la resistencia” de esta zona de Madrid y ayudar a entender cómo se vivió la Guerra Civil en la ciudad sitiada. De hecho, en 2017, el Gobierno municipal de Manuela Carmena, propuso crear un espacio de difusión de la memoria histórica de la ciudad. Un Arco pensado como sala de exposiciones en su interior. Lo que pasa es que nunca llegó a utilizarse. Pero el espacio está ahí, disponible, aunque muy mal conservado.

La recuperación del Arco de la Victoria deberá producirse antes o después. En la actualidad, su titularidad corresponde al Consorcio Urbanístico de la Ciudad Universitaria, que cedió el mantenimiento al Consorcio Regional de Transportes debido al intercambiador que ocupa la zona. Eso significa que tanto el Consorcio como la Comunidad de Madrid, además del Ayuntamiento, tienen mucho que decir. De momento no hay acuerdo, pero tal vez unos y otros den con una salida honrosa, que satisfaga a todo el mundo. Todo por preservar el patrimonio histórico y monumental de los madrileños.