Cinco cuadros indispensables de Edward Hopper en su 140º aniversario

2022-10-10 07:06:30 By : Ms. Jenny Zhan

El cuadro más conocido del artista de Nyack, a orillas del río Hudson. Quién sabe si el hombre de espaldas puede ser el mismísimo James Cagney. El café como un acuario. Es Nueva York, pero también podría ser Summit, el pueblo de 'Los Asesinos' de Hemingway, el restaurante de Henry donde sirve George y dos hombres han venido a buscar, para matarlo, al sueco. El mismo Burt Lancaster de 'The Killers' loco por una Ava Gardner, un suponer, pelirroja.

¿Qué piensa esa mujer desnuda en medio de la franja rectangular de luz? Su seguridad es la contraria a la de la Blanche Dubois que finge no haberse dado cuenta de que está en medio del haz de luz en ropa interior desde donde pueden verla los hombres rudos que juegan al póker al otro lado de la cortina. Pero aquí no hay nadie, aunque no se vea lo que ella observa a través de la ventana. El pedazo de cortina que vuela hacia adentro, como mostrándola, o quizá como invitándola a...

Otra vez el sol. Y otra vez la pregunta: ¿Quiénes son esas dos mujeres? Una señora con el pelo blanco recogido que recuerda a la madre de Norman Bates, viva. La joven en sujetador o en bikini que se asoma como queriendo saltar, marcharse de un encierro. ¿Madre e hija?, ¿abuela y nieta? Puede haber una playa abajo. Un lago. Donde los jóvenes de la edad de la menor de las dos se divierten. Pero ella no puede en su cautiverio que podría no serlo, simplemente podría ser un momento de una escena que va a cambiar en los próximos minutos cuando la joven baje con sus amigos.

Una muestra del impresionismo original del joven Hopper. Una parte del 'Pont des Arts' desde la ribera del Sena. Un poco, o muchísimo, de la 'Impresión, sol naciente' de Monet. La prometedora influencia. El germen. Figuras como pinceladas de prueba. Gente difusa, idéntica a la de las siluetas en barca en ese amanecer que sirvió para llamar impresionismo al impresionismo en 1872. Este puente es como el punto de encuentro de un recorrido inverso: el viaje de Monet desde el realismo al impresionismo, y el de Hopper desde el impresionismo al realismo.

La mirada perfecta, como las de Lucian Freud. El sombrero, la camisa, la corbata, la chaqueta... son como las casas de sus personajes. Es el pintor observando sus personajes, el envés, el otro lado de 'Noctámbulos', de 'Una mujer en el sol', de 'Luz de sol en el segundo piso' y de tantas otras figuras al sol, de 'El puente de las Artes' y de tantos otros como 'Chop Suey', 'Casa Haskell' y su indudable parecido con la casa de 'Psicosis', 'La casa junto a la vía del tren' o el mismísimo espejo de la casa de 'Gigante' en medio del páramo o todas esas interioridades solitarias que constituyen un imaginario completo, una suerte de decorados pre-ideados y pre-pintados de la literatura y del cine.

Adrián González Sebastián