Cuando el ascensor pasa por el salón

2022-10-08 18:08:41 By : Mr. Mike M

El salón de casa, el espacio donde las familias crean hogar, tiene en algunos edificios antiguos de la ciudad un nuevo invitado que sube y baja: el ascensor. Muchos propietarios han tenido que sacrificar espacio dentro de sus viviendas para hacer hueco a un elemento que, con el tiempo, se ha hecho indispensable en sus vidas. Los arquitectos que diseñaron estos inmuebles no tuvieron en cuenta que algún día podrían albergar este sistema de transporte que hace la vida más sencilla a la gente y a muchos les libra de estar aislados del resto del mundo. Por eso ahora, los ciudadanos de comunidades antiguas se están viendo obligados a tirar paredes y a renunciar a parte de su superficie para dar cabida a las ansiadas plataformas.

La polémica en muchas comunidades está servida, puesto que no todo el mundo está de acuerdo con privarse de un espacio donde podría caber o ya tienen, por ejemplo una estantería o un aparador. Los acuerdos se tardan en tomar hasta que por fin se consigue la mayoría.

«Llevamos con este rollo desde el 2008. Tardamos años en sacar adelante el proyecto», señala Manuel Garrido, vecino del número 8 de la calle Baiona, en Coia, que se encuentra en plenas obras de instalación del primer elevador de un edificio construido a mediados del siglo pasado. «Estamos deseando estrenar el ascensor como agua de mayo», reconoce. Los años pasan y casi todos los vecinos son ya mayores. «Cuando compré el piso era joven y subía con un barril de vino, pero la edad pesa», asegura. Su vecina de la cuarta planta, Ana Agis, es joven pero reconoce que será «una maravilla» cuando por fin puedan empezar a utilizar el elevador. Pese a que ya se ha acostumbrado a subir y bajar las escaleras varias veces al día, reconoce que «nunca me dolió tanto la columna como cuando empecé a subir cosas andando». A pesar de que el sofá de la sala se ha quedado descolocado con el trozo que les ha comido la instalación, considera que el sacrificio merecerá la pena. «Menos mal que nos lo regalaron, habrá que cambiarlo», dice.

El Concello otorga las licencias conforme a una excepción que marcan las normas de habitabilidad de viviendas de Galicia aprobadas en 2010. Los promotores de obras de rehabilitación de edificios o viviendas construidos antes de esa fecha pueden solicitar, a través de los ayuntamientos, la excepción del cumplimiento de dichas condiciones de habitabilidad cuando no la puedan cumplir por la configuración del edificio. Son varios los aspectos que la administración local tiene que pasar por alto para poder autorizar ascensores donde, literalmente, no caben. Porque más allá del cumplimiento de las condiciones técnicas se encuentra el deber de cubrir una necesidad prioritaria: generar las condiciones de accesibilidad en los edificios para todas las personas con diversidad funcional.

Por ejemplo, la Gerencia de Urbanismo autorizó esta misma semana dicha excepcionalidad para la instalación de un ascensor en el número 10 de la calle Baiona. Los propietarios de este inmueble también tendrán que renunciar a una parte de su salón, al igual que han hecho sus vecinos del número 8. El proyecto no cumple la normativa moderna. Se trata de obras que suponen una alteración sustancial de la distribución de los elementos comunes y de la estancia modificada en cada vivienda. Además el área de acceso a los elevadores y escaleras no cuenta con el ancho libre de un metro y medio ni tampoco, en cada planta, se puede dejar libre un rectángulo de unas dimensiones mínimas de 220 por 150 centímetros.

Nada de esto importa si, de lo que se trata, es de hacer posible que la gente mayor pueda entrar y salir de sus casas con total libertad y sin necesidad de depender de nadie. Allí vive Lucía, una mujer de la tercera edad, que quiere el ascensor, aunque no le gustaría perder espacio en su casa. Afirma que todos los vecinos del inmueble «son gente mayor y enferma. Al del cuarto piso tienen que venir a buscarle en camilla».

Por eso están satisfechos con la autorización que les acaba de aprobar el Ayuntamiento, que remitirá una copia de la resolución al Instituto Galego de Vivenda e Solo.

Los vecinos esperan ahora que les concedan una subvención para poder sufragar parte de los gastos, dado que son personas con escasos recursos económicos. El Concello de Vigo destina cien mil euros en el período 2022-2023 para subvencionar la instalación de este tipo de maquinaria. El importe máximo total a subvencionar por edificio residencial colectivo es de 3.000 euros para actuaciones realizadas entre el 1 de enero de 2022 y el 15 de octubre de 2023. A estas ayudas pueden acogerse obras de instalación de ascensores, rampas, plataformas elevadoras, barandillas u otras que tengan la finalidad de salvar los desniveles existentes entre la calle y el portal, o entre el portal y el ascensor. Las comunidades deben presentar las solicitudes.

Candela Montero Río / R. S.

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