El mal vecino

2022-10-09 12:48:19 By : Ms. Ally Xu

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La convivencia resulta en ocasiones un tormento y se hace insufrible y con terquedad llega a arruinar nuestra cotidianeidad. Leía ayer en las páginas de este periódico la noticia en la que se contaba cómo un vecino de una finca zaragozana colgaba en su comunidad una carta dirigida a sus vecinos, indicándoles que aquel que hubiese cogido un paquete a su nombre lo devolviese a su propietario, que era él.

La misiva tiene cierto tono acusatorio, ya que el hombre sabía que el paquete había sido entregado por la cartera y él no lo había recibido al encontrarse de viaje, así que por lógica uno de sus vecinos se había adueñado del mismo. La historia, a priori, podría tener dos finales, que el vecino que se quedó con el paquete callara para siempre o bien procediera a devolverlo a su dueño, algo que sin duda haría un buen vecino, aunque fuera solo pensando en la buena salud de la convivencia de su comunidad.

Pero el ser humano tiene la grandeza y lo huraño que significa ser humano y a la vez que nos sorprende con dosis de alta generosidad, también nos deleita con una falta asombrosa de empatía, algo que ha sucedido en esta peculiar historia, ya que a los días apareció una segunda misiva, escrita por la misma persona, dando las gracias por habérsele devuelto parte del paquete: de los cuatro cuadros que contenía solo le habían llegado dos, así que instaba al vecino que los tenía a que devolviera los otros.

No sé cómo acabará la historia, supongo que finalmente ganará la sensatez y el vecino afectado recuperará sus cuatro cuadros; sin embargo, lo que ya no se recuperará en esa comunidad será la confianza y de esa forma poco a poco se irá instalando un aire de discordia y falta de entendimiento que en ocasiones llega a hacer la vida insufrible y provoca quebrantos que son como pequeños diques intentando frenar una gran tempestad.

Cuando yo era cría recuerdo que siempre hubo vecinos y vecinos y recuerdo que de entre todos hubo uno que era intratable, un tipo desconsiderado que nunca daba los buenos días y si sabía que había algo que especialmente molestaba al resto no dudaba en repetirlo una y otra vez: dejar la puerta del ascensor abierta, meter serpientes por las tuberías, cruzar su coche en el garaje para complicar el acceso al resto...

Aquel tipo nunca robó nada que tuviera un valor cuantificable, simplemente nos robó el sosiego y la convivencia por el simple hecho de creerse el mejor y con derecho a joder la vida del resto. Así de incomprensible.

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