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Intervención ayer de los bomberos en el edificio de San Roque que está ocupado. / J. V. ARNELAS
Tres incendios en menos de 24 horas delante de sus casas. Los vecinos de las calles Gabino Tejado y Ramón Gómez de Villafranca están en alerta, olfatean por las ventanas esperan un cuarto o un quinto incendio. Temen que esta vez las llamas lleguen a sus casas.
En esta esquina de San Roque hay un edificio abandonado, que pertenece a la Sareb, y que lleva cinco años ocupado ilegalmente. Los bomberos han tenido que ir tres veces en 20 horas para apagar fuegos intencionados que se han declarado en varios puntos del inmueble.
«Escuché un chasquido, me levanté y me di cuenta de que mi casa estaba llena de humo. Pensé que el incendio era en mi piso. Luego me di cuenta que era en el edificio (ocupado) y pensé: otra vez».
Es el testimonio de una de las vecinas afectadas. Todos se parecen. Los residentes de la zona viven con miedo. Denuncia que los okupas se drogan dentro del inmueble, que hay peleas, basuras por todas partes e incendios.
Esta no es la primera vez que se declaran fuegos dentro del bloque de pisos de tres alturas. Normalmente, explican sus vecinos, son en invierno porque prenden hogueras para calentarse. En el edificio no hay electricidad. En esta ocasión, sin embargo, los afectados creen que los incendios forman parte del enfrentamiento que hay entre distintas familias okupas, ya que escuchan peleas y amenazas constantemente.
«Son peleas sumamente violentas», advierte uno de los vecinos que pide ayuda. «Parece que están esperando a que ocurra una desgracia para hacer algo».
Los vecinos, aunque no se atreven a dar sus nombres por miedo a represalias, conocen muy bien el día a día de este inmueble ocupado, incluso de forma cercana a los okupas. Una de ellas incluso suele pedir casa por casa que le dejen cargar su móvil en sus pisos, ya que ella no tiene electricidad.
Los bomberos han explicado que el último incidente, que tuvo lugar a las dos de la madrugada, comenzó porque alguien acumuló trapos en el hueco del ascensor y les prendió fuego.
Ese mismo día a una menor de 15 años le quitaron el teléfono móvil en la zona, aunque pudo recuperarlo después. Aseguran que los robos son casi diarios tanto en la calle como en tiendas y supermercados del barrio.
Además de las peleas, los robos y los incendios, los residentes denuncian un grave problema de insalubridad. Los okupas dejan las basuras en las aceras y vierten la orina y las heces en la arqueta delante de la vivienda. «Ahora no se nota porque huele al humo del incendio, pero hay un olor vomitivo cuando pasas por allí», lamenta una vecina.
«Viven en un bajo, hacen sus necesidades en un cubo y lo sacan a la calle», dice indignado un testigo.
Los residentes están reuniendo firmas para que la Sareb intervenga tras cinco años conviviendo con los okupas en este edificio. Se sienten impotentes. Duermen, según explican varios, con música o con cascos para eliminar el sonido y así no escuchar las peleas nocturnas.
«No podemos hacerles frente ¿Cómo les vamos a decir algo? A un vecino le pintaron el coche. Tenemos que estar callados, solo podemos llamar a la policía y esperar que vengan».
La Sareb relata un problema similar. Esta sociedad explica que han mandado mediadores a hablar con los okupas para desalojar el edificio y no esperar a que se solucione el proceso legal. Sin embargo aseguran que sus mediadores no han podido entrar en el edificio, no se lo han permitido.
Tras los tres incendios, los okupas han abandonado el edificio, pero solo unas horas después vuelven a entrar en el inmueble a pesar del olor a humo y las basuras.
«Siempre vuelven», se lamenta un vecino que explica que todos los intentos por sellar el edificio han fracasado. Varios de los muros que se colocaron para cerrar puertas y ventanas han sido derribados. Incluso en uno de los bajos, que tiene salida desde la calle, se instaló una puerta 'antiokupas' y fue derribada. Se trata de cierres blindados con una cerradura sellada que no se puede forzar. Según una vecina de la zona numerosos testigos pudieron ver cómo ataron la cadena de un perro a la puerta y forzando al animal a hacer fuerza fueron capaces de derribar la puerta especial que además, al caer, provocó daños en un coche aparcado.