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hora, PSOE y PP anuncian un acuerdo inminente. ¿Irá más allá del reparto ideológico? Jorge Gil / Europa Press

Desinterés - Tuvo mucha gracia la ministra española de Justicia cuando, hace ya unas semanas, dijo que el bloqueo del poder judicial era un asunto de conversación frecuente en el metro. Si hubiera habido algo de cierto en la apreciación de Pilar Llop, ayer y anteayer se habría comentado profusamente y con enorme satisfacción la puerta al entendimiento que se abrió tras la reunión del lunes en Moncloa entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Este servidor, usuario cotidiano del transporte público, puede garantizarles que, por más esfuerzos que he hecho colocando la antena, no he asistido a la menor mención del asunto entre los viajeros con los que me he cruzado. Por si acaso, he aplicado también la oreja en la cola del súper, en la cafetería y en el ascensor con el mismo resultado: nada de nada. La peña habla de los sablazos que recibe por tierra, mar y aire, de la marcha de su equipo o de lo que dijo Isabel Preysler sobre los cuernos que le puso a su hija Tamara un tipo cuyo nombre no he sido capaz de retener. De lo otro, ni palabra.

¿Era tan perentorio? - Ese desinterés es una cura de humildad para los de mi gremio, que por más que titulemos y editorialicemos sesudamente a todo trapo sobre el asunto, no somos capaces de captar la atención de los destinatarios del despliegue. Quién sabe, por otro lado, si la apatía social tendrá algo que ver con la pachorra que le están echando los dos principales partidos españoles a la resolución de lo que luego no se cortan en vendernos como cuestión gravísima. A ver si no va a ser para tanto, y resulta que, mal que bien, se puede ir tirando con esas entidades caducadas desde hace cuatro años en eterna interinidad. Si verdaderamente hubiera sido tan perentorio, ya lo habrían solventado, ¿no? Casi mejor no responder.

Ahora sí hay prisa - El caso es que ahora, si atendemos a los últimos mensajes, PSOE y PP sí parecen estar por la labor de verdad de la buena. Se dice que no hay que llorar por la leche derramada o, en este caso, por el tiempo perdido, pero no me digan que no es como para correrlos a gorrazos. 1400 días después, y con el detonante de la dimisión de Carlos Lesmes -ya podía haberlo hecho antes-, se ponen a trabajar en un acuerdo que más que probablemente se parecerá mucho al que ya estaba cerrado y se dinamitó en 2018. Salvo monumental sorpresa, volveremos al clásico reparto de togas según obediencia política. Estos para ti, aquellos para mí. Como mucho, se nos hará saber que se estudiará, ya si eso, una fórmula diferente de elección. Pero con tiento y sin precipitarse. Hasta el próximo bloqueo hay tiempo. 

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