REPORTAJE/ El tren de Móstoles a Navalcarnero: un caro viaje a ninguna parte - Noticias para Municipios

2022-10-09 16:53:04 By : Ms. juan yang

Hacemos de lo local algo importante

«En el año 2006 nosotros compramos nuestra casa sobre plano. Eran 240.000 euros, hace ya casi 15 años. Entonces nos dieron también los planos del tren que estaban proyectando en El Pinar. En el mismo plano, nos vendían que desde la urbanización, bajabas la rotonda que hay ahí abajo y venía justo a dar a una parada de tren«.

Quien habla es uno de los miles de vecinos que decidieron comprarse una vivienda en El Pinar, uno de los nuevos desarrollos, junto la Dehesa, que nacieron en el municipio de Navalcarnero al calor del proyecto de construcción de un tren de Cercanías que iba a unir la localidad con Móstoles, a unos 15 kilómetros.

La ampliación de la red de Cercanías desde Móstoles a Navalcarnero fue un compromiso electoral bajo el mandato de la expresidenta Esperanza Aguirre. A partir de este compromiso, y después de la negativa del ministerio de Fomento de asumir esta obra, fue la Comunidad de Madrid la que se embarcó en este proyecto y lo adjudicó a la constructora OHL en 2009 por 369 millones de euros.

Más allá de las irregularidades que conocimos posteriormente sobre aquel proceso de adjudicación, que podrían dar con el entonces vicepresidente regional Ignacio González en la cárcel, lo cierto es que las obras comenzaron tanto en Móstoles, donde se comenzaron a oradar los túneles que iban a soterrar toda la línea a su paso por la ciudad, como en Navalcarnero, donde se acotó y valló el trazado, que discurría en superficie, y se llegaron a iniciar las estaciones, tanto de El Pinar como La Dehesa.

«En 2008 fue cuando nos dieron los pisos. Aquí al Pinar y al otro barrio, el de La Dehesa, se vinieron a vivir cerca de 12.000 personas, que es casi la mitad de todo Navalcarnero. Sin embargo, en 2010 vemos como las obras se paran, dejando todo esto empantanado», añade otro de los afectados, miembro de la Asociación de vecinos de El Pinar y San Andrés, que prefiere mantener su anonimato.

Este trazado, que en teoría tendría 15 kilómetros, 7 estaciones y estaría abierto a finales de 2015, se paralizó en el año 2010 y, más de una década después de que se iniciase esta obra, los vecinos y vecinas de Navalcarnero, de Móstoles y de Arroyomolinos siguen sin tener esta conexión ferroviaria.

«Ya no es que no se haya hecho el tren, es que no podemos acceder a otro de los grandes beneficios que tenía comprar en este barrio, que era tener un pinar. Todo ese montículo, que supuestamente era la continuidad que nos unía con el pinar, está vallado y no podemos disfrutar del pinar, porque está prohibido el acceso», añade el primero de los vecinos con el que hemos hablado.

El trazado en superficie de la vía está vallado por ambos lados, ya que todo está catalogado aún como obra. En el diseño original, el proyecto incluía pasos subterráneos o elevados en varios puntos de la vía, para poder cruzar al otro lado, donde se sitúa el Pinar.

«Hoy en día no hay ninguno de estos pasos, lógicamente, y el trazado sigue vallado. Pero la gente ha ido abriendo huecos para ir al otro lado. Que no están permitidos, pero la gente tiene que pasar a sacar al perro, salir a pasear a correr. Se han hecho y los están reparando y cerrando constantemente, porque para los crios es un peligro», insisten desde la Asociación de vecinos de El Pinar.

Aunque no pueden disfrutar ni del tren ni del pinar, al menos, desde hace algunos años, pusieron «algún parche» en forma de autobús, con tres líneas que dan servicio a este nuevo desarrollo: una que les comunica directamente con Navalcarnero pueblo, que está a 4 kilómetros; otra que lleva a Móstoles, donde poder coger, aquí sí, el tren de Cercanías; y luego ya una lanzadera a Príncipe Pío, en Madrid capital.

Aunque Navalcarnero ha sido uno de los municipios más afectados por la paralización del tren, hay que recordar que también iba a dar servicio a otras localidades de la zona suroeste de la región como El Alamo, Villa del Prado, Villamanta, Villamantilla, Aldea del Fresno o Sevilla La Nueva, cuyos vecinos no tendrían que ir hasta Móstoles a coger el tren.

Eso mismo pensó Emilio Delgado, otro de los afectados de todo este proyecto, cuando decidió comprarse un piso en Sevilla La Nueva. «Hay que recordar que en el año 2009, el elevado precio de las viviendas, incluso en Móstoles, nos expulsó a miles personas de las ciudades del sur hacia estos pueblos más pequeños y que estaban más alejados de Madrid», cuenta Delgado a Noticias para Municipios.

Este joven mostoleño vio una oportunidad de trasladarse a una de estas zonas más baratas, aunque también con precios elevados, ya que prometían estar conectadas por tren de Cercanías a Móstoles, donde residían sus padres y donde tenía la mayoría de sus amigos.

«Se produjo una lesión evidente para los vecinos y vecinas que compraron sus pisos a precios muy altos porque iban a tener enfrente una estación de Cercanías y con lo que se encuentran es una devaluación de su vivienda brutal porque esa estación era mentira, nunca llegó«, lamenta Delgado, que nos atiende junto al trazado de tren a su paso por Parque Coímbra, una urbanización alejada del núcleo urbano de Móstoles y que también iba a tener una parada.

Sobre el trazado de la vía se observan centenares de placas de hormigón, que servirían en su día para recubrir los túneles por donde la vía tenía que salvar algunos obstáculos del terreno hasta llegar a Arroyomolinos, donde también había una parada. Hoy en día, tras más de 10 años abandonados a la intemperie, probablemente no sirvan ni como escombro de obra.

«No tengo el nombre técnico de cómo se llaman los elementos, pero vemos que están en un estado de abandono absoluto desde hace más de una década. Y que el dinero de esta barbaridad lo han puesto los madrileños y madrileñas. Son más de 160 millones de euros enterrados o tirados«, se enerva Delgado, quien decidió entrar en política, en Más Madrid, entre otras cosas, para exigir «responsabilidades por este desastre» y poder encontrar una solución.

En junio de 2015, tras cinco años con las obras paradas, la empresa concesionaria presentó una reclamación administrativa ante la Comunidad solicitando la resolución del contrato por «imposibilidad de su ejecución debido a circunstancias sobrevenidas e imprevisibles». A su vez, la Comunidad de Madrid reclamó a la adjudicataria una cantidad de más de 300 millones de euros por «incumplimiento de contrato».

Finalmente, tras varias instancias, el Tribunal Supremo tumbó el recurso de casación presentado por la Comunidad de Madrid y estimó la reclamación de OHL, que ha recibido recientemente un abono de 162,5 millones de euros por parte de la Comunidad de Madrid por la liquidación del contrato.

«Nosotros lo que proponemos en primer lugar es un estudio de viabilidad para que se analice el estado de los materiales, y si la infraestructura sigue siendo útil o ha quedado obsoleta, y de qué manera se pudieran retomar estas obras y una vez hecho el estudio de viabilidad, que acuerden las dos administraciones, Comunidad y Ministerio, la parte de responsabilidad que le corresponda y desarrollen las obras», insiste Delgado, que tras una legislatura en la Asamblea de Madrid, acaba de ser nombrado candidato a la Alcaldía de Móstoles por Más Madrid.

Pero no solo los vecinos que decidieron mudarse a Navalcarnero, a Arroyomolinos o a otros municipios de la zona están sufriendo las consecuencias del fracaso de este proyecto. En Móstoles, que estuvo años partido por la mitad por las obras de soterramiento, sigue sin paradas de tren en Parque Coimbra y sin la prometida conexión ferroviaria con la plataforma logística Puerta del Atlántico, otro megaproyecto fracasado que tuvo que ser disuelto recientemente.

Sin embargo, tal y como denuncia uno de los miembros de la Asociación de Vecinos de El Soto, «nos quedamos sin nueva estación, pero es que la antigua sigue igual que hace 40 años», en un estado «lamentable, vergonzoso y tercermundista», sin ningún tipo de accesibilidad para personas con movilidad reducida y con problemas crecientes.

Además, la estación de Móstoles-El Soto, aún hoy en día final de trayecto de la C5 y entonces cabecera del futuro tren a Navalcarnero, se encuentra en una situación «tercermundista» en parte también como consecuencia de este proyecto, puesto que de haber salido adelante, se encontraría en otro punto y completamente remodelada.

En concreto, llevan tiempo denunciando que la estación no cuenta ni con ascensor ni con escaleras mecánicas para cambiar de un andén a otro y «superar más de 50 o 100 escalones», además de que la situación del acceso desde la calle Abogados de Atocha impide a muchos vecinos, con discapacidad o con dificultades de movilidad, llegar a la estación.

Por otro lado, también denuncian la escasa seguridad de la estación y del aparcamiento disuasorio colindante debido a su «pésima iluminación» y a que «la seguridad, el asfaltado y la limpieza brillan por su ausencia».

La gota que ha colmado el vaso han sido las recurrentes inundaciones, a raíz de las lluvias, del pasadizo peatonal subterráneo que comunica los dos andenes de la estación, en lo que se juntan los problemas de accesibilidad con «la peligrosidad de cruzar el pasadizo encharcado».

Aún así, la reforma de esta estación tiene más fácil solución y, de hecho, ya hay un proyecto del Ministerio de Transportes para remodelarla de manera integral, a falta de que llegue el dinero para su financiación y que se licite la obra. Sin embargo, el camino hacia Navalcarnero es mucho más negro y no parece tener una salida a corto plazo.

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